Entrevista con Marcelo Ingaramo

El mejor jugador de la historia del tenis regional, repasa su exitosa carrera y sus vivencias en esta charla con SPORT.

Marcelo, contanos un poco sobre tu vínculo con el club.

Yo nací en el Sport, a los tres años empecé a jugar, me crie acá, venia todos los días. Incluso, de chico, mantenía más amistades con gente del club que con los compañeros de la escuela. Recuerdos hermosos que uno tiene. Después ya vino la etapa profesional. Ahí, en principio decir que mucho se lo debo a Marcela, mi esposa y compañera. Si no hubiera sido por ella yo no hubiera jugado tanto tiempo.

¿Por qué?

Porque es durísimo, andas mucho tiempo solo. Los tres o cuatro primeros años viajé solo, después con mi mujer Marcela y después incluso con Pablo, mi hijo más grande. De hecho con él tengo una anécdota muy especial: En mi mejor actuación en un Grand Slam, que fue cuando llegue a tercera ronda del US Open, se adelantó el parto y yo abandoné antes de jugar el partido para venir a Villa María a conocerlo.

En general, hiciste lo contrario a lo que algunos marcan como dogma: estar 100 por ciento concentrado en el juego para ser el mejor.

No sé la verdad. Yo sabía que se reducían mis chances viajando con seres queridos, siempre es más complicado armar una gira. Pero decidí formar una familia y traerla conmigo a viajar. Ellos son mi prioridad. Y sigo pensando que hice lo correcto.

¿Era raro dentro del circuito tu caso, el de viajar con la familia?

No, no creo, la mayoría de los tenistas argentinos viajaban con la mujer. Más complicado es cuando tenes un hijo. Pero siempre fuimos adaptando los viajes a la situación, a lo que éramos: un grupo familiar. Aparte aprovechábamos para conocer lugares fuera del circuito turístico.

¿Ha cambiado eso en los tenistas actuales? ¿El hecho, por ejemplo, de disfrutar la oportunidad que tienen de viajar y conocer lugares?

Yo las últimas veces que viajé acompañando a jugadores jóvenes (N de R: Horacio Zeballos y Facundo Argüello, entre otros), no lograba entenderlos. Me llamó la atención el poco interés de los chicos en descubrir cosas nuevas.

¿Tendrá eso que ver con una especie de “hiperprofesionalización” de los jugadores, que están tan enfocados en el tenis que el resto de las cosas no les genera nada?

No sé. Si estuvieran tan compenetrados en el juego, estarían pendientes de descubrir la cultura, para mejorar incluso en su desempeño, entender el comportamiento del rival. Igual no se trata solo de jugar al tenis. Es involucrarte con lo que ves, la historia de cada país, la idiosincrasia, valorar eso también.

Volvamos a tu carrera: ¡nos quedamos en el principio!

Bueno, de chico yo ya participaba mucho de los torneos, viajando por todo el país, siempre con el invalorable apoyo de mis padres, Jacinto y Sara. Ya en 1982, a los 19 años, me decidí por meterme de lleno en el circuito profesional. Los torneos importantes estaban en Europa, y era difícil en lo económico. Me quedaba allá de marzo a septiembre, jugando torneos todas las semanas. A veces tratando de gastar lo mínimo posible para estirar la gira. Y cuando volvía a Argentina me iba a entrenar al Buenos Aires Lawn Tenis, donde me prestaban un departamentito.

En ese trajín, y como ya lo habías mencionado, experimentaste la típica soledad del tenista ¿Pensaste en largar todo en algún momento?

Seguro que sí. Pero uno también era consiente que era el precio que había que pagar. Esto es así, o lo tomas como es o te dedicas a otra cosa. Verdad es que todo eso te fortalece en algún punto.
En el medio, jugaste seis torneos de Grand Slam: cuatro veces Roland Garros, dos veces el US Open y una vez Wimbledon.
Los Grand Slam son los lugares en donde uno quiere estar. Te generan emoción, alegría, nervios… es todo.

¿Fue más gratificante eso o los tres Challenger que ganaste?

Todo suma. Haber ganado partidos en Grand Slam es realmente gratificante. No podría elegir una cosa o la otra la verdad.
Después están las dos victorias ante el gran Guillermo Vilas…
La primera vez, en Barcelona, y después en Washington. Fue increíble. Yo crecí admirando a Vilas, todos queríamos ser como él. Ganarle fue tan emocionante como la primera vez que me invitó a entrenar en el Lawn Tenis, cuando yo tenía 20 años. Creo que me puso más nervioso entrenar con él que jugar Roland Garros (risas). Antes cuando me saludaba me decía “Hola Papá”, en broma. Pero yo sabía que por dentro le producía un dolor en el alma (risas).

¿Qué sensaciones te produce cuando te recuerdan que sos el mejor jugador de la historia de Villa María y la región?

Es algo que nunca lo evalúo. Siempre he tenido un perfil bajo. No me gusta que me agasajen, me gusta ser uno más. De hecho en mi casa no guardo los trofeos ni nada. Son las formas que elige cada uno.

Elpidio González 543 - 5900 Villa María - Córdoba - Tel. (0353) 4534159 - 4520502 - email : sportsocialclubvm.com.ar
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