El hacer nombres siempre nos conduce a un error de olvidarnos de alguien. Es por eso que, sin nombrar a nadie, es este el mejor reconocimiento para todos aquellos dirigentes, socios, deportistas, allegados, colaboradores que a través de los años hicieron la historia grande de esta institución.

Tal vez la influencia de aquellos ingleses que administraban el ferrocarril inspiró a un grupo de visionarios hombres, asumir un compromiso e identificarse con un proyecto, elaborar planes de trabajo, de superación y finalmente de ejecución.

Luego vinieron otros hombres y profundizaron el proyecto, y podemos decir que el Sport Social Club es reconocido a nivel provincial, nacional e internacional, como institución de primera línea, con una infraestructura que permite no sólo satisfacer las necesidades de su masa societaria, sino también insertarse en la comunidad toda con una proyección inusitada.

Fue allá por el año 1927, con reuniones en distintos lugares de la ciudad, se decide adquirir un predio en el pueblo Palermo, pegado a Villa María, hoy barrio Palermo, y es ahí donde se dan los primeros pasos institucionales, para comenzar a transitar lo que hoy podemos contar.

Una sede internacional en un club familiar.

Figura entre los primeros diez escenarios tenísticos del país.

Ofrece una estructura exuberante, junto al río Tercero. Testimonios organizativos impecables. Con respuesta holgada para desarrollar proyectos formativos y argumentos sólidos para impulsar la alta competencia.

En algunas de las catorce canchas de polvo de ladrillo del Sport Social Villa María, que producen sana envidia en aquellos que aspiran al más alto nivel y al mayor número para practicar ese deporte, los niños acarician por primera vez la raqueta, los juveniles, como del Potro y Mónaco,  anticipan su futuro de triunfos en el mundo y los adultos se sumergen también en la competencia o, al menos, todavía mantienen un diálogo placentero con el esfuerzo físico.

Todos disfrutan de esas canchas, inclusive del court central con las medidas del mítico Roland Garros, y del monumental esqueleto físico que la acompaña, en uno de los lugares más bellos de la ciudad.

Instalaciones tan  amplias como  cómodas. Aire natural. Sol y sombra. Vestuarios, gimnasio, atención sanitaria, piletas de natación, quinchos, hotel deportivo, servicio gastronómico a toda hora, asistencia personal  y seguridad.

Tal lo que provoca inmenso placer a su nutrida familia asociada.

El chico se divierte. La mamá y el papá juegan también, acompañan y hacen nuevos amigos.

Todos los días, tenis. Con torneos locales, provinciales, nacionales e internacionales, como los Future y los que organizan la ATP, la ITF y la COSAT.

Todos los días, ejercicios físicos y competencias en el Gimnasio.

Todos los días,  los otros deportes: el squash, la pelota a paleta, el fútbol.

Y en el verano, la temporada de piletas y la escuela con cientos de chicos y toda la familia detrás.

La noche profunda y la madrugada sólo aquietan el ritmo.

Después durante el día,  todo se anima de nuevo con el entrenamiento, las sesiones formativas, la disputa deportiva, la competencia oficial, los encuentros familiares, los relaciones grupales y sociales de los chicos y los adultos, en medio de los árboles, en espacios casi sin límites, con sonidos y silencios, según lo prefiera cada uno de los tantos que se sienten como en su casa,  cuando ingresan en la sede del Sport Social Club, por Elpidio González 543, la dirección de uno de los primeros diez escenarios tenísticos de la República Argentina.